domingo, 14 de febrero de 2010

Tres minicuentos de amor / Bruno Salomón


EL MAR Y LA NÍNFULA

Es el verano, y la muchacha lo siente. El mar y su cuerpo tienen cada tarde esa cita secreta que sólo yo advierto: La miro echarse en sus brazos pataleando de gozo; la veo entregarse a su voluptuosidad, a su ímpetu de animal milenario y él la lame, la toma, empujándola suavemente en la orilla. Cómo ríe y se agita la muy pícara, cómo se curva izada sobre el cálido lomo del agua y luego, cómo se deja poseer hasta quedar exhausta, al vaivén de la ola, ninfa dorada, maliciosa, insaciable...La veo regresar al hotel junto a los suyos, con el último arrebol prendido a su frente. Atrás el viejo fauno la esperará soplando, agitando su espuma, toda la noche oscuro, estremecido.


(2007)
***

ORQUÍDEA

Milena se despertó aún con sueño y recordó, aliviada, que no tenía que ir a trabajar. Entonces la puerta del invernadero se abrió de par en par y las demás flores susurraron molestas. El rubio jardinero se acercó hasta su rincón y, descaradamente, retirándola del tibio nicho en que reposaba, la desnudó ante las demás, la alzó en el aire y metió su enorme nariz entre sus violáceos pétalos. Seguidamente, los dedos comenzaron por rozar los bordes sensibilísimos de su corola, una y otra vez. Qué atrevido. Pero después de todo estaba a su merced, frágil y abierta a su lujuriosa inspección. Milena iba a desmayarse, y en efecto, perdió la noción de sí misma cuando el hombre recomenzaba sus caricias. De golpe abrió los ojos. Todo en el cuarto estaba en orden, excepto en su lecho y en los pliegues íntimos de su baby doll.

***

RAYUELA*

Tiro la piedrita desde aquí, Maga. Tú duermes todavía junto a Rocamadour. Asciendo a tu pequeño cielo, junto a tus ojos cerrados, tu cuerpo en reposo, cálido. El único lugar cálido que va quedando en este helado Paris hace rato abandonado por los amantes. Qué importa que apenas me percibas como sombra de ciprés trasponiendo la claridad que aún refleja tu rostro. Sí. Para mí es suficiente con haber vuelto a la página amada donde duermes al lado de Rocamadour, soñando con la luz de un verano sin fin. La piedrita queda junto a tu almohada. Cuando despiertes, te preguntarás quién pudo traerla allí. Será otro de esos pequeños misterios del día que reconfirman tu nombre, Maga.

*(12 de febrero, homenaje a Cortázar en su aniversario)

***

1 comentario:

  1. Amigo bruno,qué cuentos tan calidositos,
    nos estas enseñando cómo hacer un buen cuento corto. urra!

    ResponderEliminar